Las Hojas Muertas.

viernes, 3 de septiembre de 2010

La historia de una emigrante I

De: Maria Fischinger


Asunto: [uniendo letras:36182] La historia de una emigrante I

Fecha: viernes, 3 de septiembre, 2010 08:48





Nací en un hogar que se consideraba genuinamente peruano. Mi padre, el Dr. Adrian Cáceres Olazo era hijo del Dr. Andrés Miguel Cáceres que murió mientras ocupaba una de las plazas de senador del departamento de Puno. Andrés Cáceres era hijo del último capitán general de la guarnición española del Depto. de Puno, el Sr. Juan Domingo Cáceres, que como era requerido para ejercer ese tipo de puesto era nacido en Extremadura, España. La guerra de Independencia dejo huellas muy profundas en la primera familia de Juan Domingo Cáceres. Los hijos de la primera esposa se alejaron de la casa y algunos optaron por usar el apellido materno. Juan Domingo era intransigente y no dejo abiertas las puertas a una posible reconciliación familiar. Andrés Miguel, mi abuelo, era el último vástago del segundo matrimonio y nació después de la independencia de Perú.

La casa en la que nací perteneció a Juan Domingo y era imposible evitar no encontrar huellas de su presencia y de su origen. Las pertenencias de la madre de mi padre, Doña Flora Olazo, igualmente hablaban de su origen español, su único hermano mayor, Florencio Olazo, murió en el combate del dos de mayo, luchando por la independencia del Perú. Mi abuela también escribía el idioma vasco ya que sus recetas y su diario estaban escritos en ese idioma. La historia de la familia Olazo me resulta muy interesante pero prefiero guardarla para otra ocasión.

Desde pequeña note que existían dos tipos de personas, las que pertenecían al grupo de mis padres y otro tipo de persona que no hablaba el castellano, que vestía y actuaba diferente. Mi madre y algunos de los viejos, los llamaba los colonos, sigo dándole vueltas a esta palabra y sus implicaciones.

Me fue imposible no notar que una persona que pertenecía al grupo de los nativos era tratada como un ser inferior, no era admitido en ningún establecimiento público, aun cuando mostraban que podían pagar. A un nativo se le cerraba la entrada a los restaurantes, a los cines y ni que decir a los bailes de los clubs sociales. No existía ninguna ley que estableciera esta regla, pero era aplicada en toda ocasión.

Hoy que estoy lejos y el viento me ha tirado a otras costas me doy cuenta de que mi familia es el resultado de una emigración antigua, mis raíces no eran las nativas. Los verdaderos descendientes y dueños de las tierras pertenecen al grupo que vi menospreciado por no adoptar la cultura occidental.



María Fischinger, Septiembre 3,2010

No hay comentarios: