Las Hojas Muertas.

sábado, 11 de febrero de 2012

Feliz cumpleaños, Maria Milagros Sena.

Éste es el primer año que sé de tu cumpleaños y quería regalarte algo muy especial, un presente que significase algo más que una pequeña muestra de cariño porque el que te tengo es grande. No tenía muy claro qué era lo que buscaba y ya sabes que la crisis golpea con fuerza y el dinero escasea así que comencé a caminar sin un rumbo predeterminado por las calles, perdiéndome en los callejones donde se ocultan esas estrambóticas tiendas de baratillo llenas de  sueños perdidos que han huido de sus dueños, personas que no se han sentido capaces de hacerlos realidad.
Buscaba un ramillete de versos que oliesen a hierbabuena, pero el florista me contó que los últimos se habían helado estos días de crudo invierno. Se me ocurrió comprarte la risa que provoca el payaso, pero se me coló un niño necesitado de alegrías y pensé que seguro que sabría aprovecharla.
Se cruzó en mi camino una mujer amamantando a su hijo sentada en el banco de una plaza y quise robarla unos gramos de la ternura que escapaba de su rostro arrobado mirando a su bebé. Pero el niño comenzó a llorar desconsolado cuando me vio acercarme, seguramente adivinando mis intenciones. “Vaya –pensé – ya nada mas nacer da  muestra del egoísmo humano”, hasta que me di cuenta que sólo defendía el acopio de esa dulce sensación  que su madre le ofrecía, y que tal vez con el paso del tiempo le haría falta para subsistir.
Busqué gritos de felicidad pero el dependiente de la tienda me explicó que ésta era un bien escaso en esos días y nadie quería desperdiciarla exteriorizándola demasiado; trataron de engañarme ofreciéndome suspiros de placer cuando sólo transmitían melancolía, y silencios que no paraban de gritar desesperados.
Finalmente me cansé de recorrer tienda tras tienda sin encontrar lo que buscaba. Me senté a descansar en un banco desde donde podía atisbar el corazón de mi ciudad. Ese lugar que nunca duerme, lleno de tráfico, de gentes que recorren sus calles y se pierden detrás de cada esquina, de plazas donde los pájaros aprovechan los árboles que quedan para volver después de volar todo el día en libertad y dar sus conciertos nocturnos antes de ir a dormir.
Entonces me di cuenta de que no tenía otra alternativa. Es tontería romperse la cabeza buscando un regalo especial cuando ahí está el mundo ofreciendo mil regalos especiales. Te deseo que sigas siendo como eres porque así encontrarás la felicidad detrás cada esquina y cuando menos te lo esperes; que el semáforo de un poco más allá se ponga pronto en verde para dejar que la alegría cruce hacia tu acera; y que la plaza sirva para que te sientes en su banco a desgranar tus sueños, que se escondan entre los árboles y renazcan junto con sus hojas la próxima primavera convertidos en realidades; y que el cielo tenga siempre muchos más claros que nubes; y que un viento juguetón te envuelva en un manto de palabras para que sigas jugando con ellas.
Sé que esto es muy poco, cosas al fin y al cabo que puedes encontrar en cualquier sitio, ciudad, pueblo o incluso villa, pero ya te dije que no pude encontrar nada más que ofrecerte.
Felicidades
 Magda

jueves, 9 de febrero de 2012

Todas las familias son iguales. Gentileza: Magdalena Marquez.







Querido Emilio: Todos estamos aquí preocupados por ese asunto de tu condena a muerte; bueno, todos excepto tu hermano Jacinto, que se obstina en copular conmigo. Yo le he dicho que ya hablaremos del asunto, pero que mientras tú sigas por aquí de cuerpo presente como quien dice, no me parece correcto. Otra cosa será, querido, cuando tú ya no estés. 

Los niños han venido a pasar el fin de semana. Así veremos tu ejecución televisada en familia. Berta ha traído a su nuevo novio, que nos ha caído muy bien a todos. No sabes cuánto me alegro de que haya dejado atrás al fin aquella etapa hippie en que andaba tan perdida, drogándose y fornicando sabe Dios con quién. Ricardo y ella se casarán el año que viene. Lamentablemente, tú no estarás ya, pero tu hermano Jacinto, que es muy previsor, se ha ofrecido para llevarla del brazo hasta el altar. Pensé que te gustaría saberlo.

Tu futuro yerno póstumo es un encanto. Sonríe todo el tiempo y cuando algo le hace gracia se ríe con la boca muy abierta y se da palmadas en los muslos. Dice que Berta no necesitará trabajar y que él se ocupará de todo cuando herede la tienda de electrodomésticos de segunda mano que regenta su familia desde hace, cito literalmente, cinco siglos. De hecho, nos ha traído un vídeo beta que está nuevísimo para que podamos grabar tu ejecución.

También dice que la pena de muerte es imprescindible y que las autoridades han hecho muy bien en recuperarla. Dicho esto, ha aclarado que no se alegra especialmente de que seas tú a quien vayan a ejecutar, por más que él haya colaborado para enviarte al cadalso.

Debes de estar haciéndote algunas preguntas. Te voy a dar una pista. Ricardete (majo el chico) es ese mozo gallardo que testificó en tu juicio. ¿A qué ya sabes quién es? Tiene un pico de oro, no me dirás que no. A Berta le impresionó tanto lo bien que hablaba que quedaron a la salida del juzgado para tomarse un chocolate con churros. Donde menos te lo esperas, brota el amor. ¿No te parece precioso, Emilio?

Ricardín ha dicho también que si te denunció (ah, por cierto, se me olvidaba: fue él) lo hizo porque cree en el sistema y no con afán de perjudicarte; porque lo que hace falta ahora, cito literalmente, son hombres prácticos y sensatos, no idealistas ni revolucionarios. Y además, dice que el garrote es algo muy español, algo que había que recuperar, como la bota de vino, las farias o los veranos en Torremolinos.

Elías está mucho mejor desde que salió del Centro de Reorientación Psicológica. Ya casi no se hace pis en la cama. Con la medicación que toma se queda muy tranquilo. Se puede pasar horas con los ojos abiertos como dos lunas llenas mirando el gotelé del pasillo. Eso sí, cuando se nos olvida la pastilla, se pone un poco pesado. El otro día le clavó a Ricar (¡ay, pobre!) un tenedor en el cuello y luego le estampó en la cabeza el vídeo beta. Riqui, que se le ve a la legua que es más manso que un mazapán, se rió un buen rato y le quitó importancia al incidente. Dijo no sé qué cosa sobre la eugenesia y nos recomendó doblar la medicación. En cualquier caso el asunto no fue grave. Pudimos arreglar el vídeo.

Tu tío Avelino sigue más o menos igual. No le he podido convencer para que se ponga pantalones ni calzoncillos, pero al menos he conseguido que meta en un calcetín sus partes pudendas. Así va todo recogido y, como he acortado la goma del calcetín, le ajusta y no hay peligro de que se escape nada. Solo me preocupa que a veces se ponga a cantar "A las barricadas" con el puño en alto cuando aparece Ric. Y lo peor es que también se quita el calcetín y le golpea en la cara con él. Richi, que es más santo que un cachorro, se ríe y dice que el cerebro de ese hombre habría que donarlo a la ciencia para que lo estudiaran. De hecho, lo hemos donado ya. La próxima semana van a venir a buscarlo.

Tu hermano Jacinto se ha venido a vivir con nosotros. Dice que los niños necesitan una figura paterna ahora que tú no vas a estar. Yo le he dicho que los niños casi nunca están en casa y que, al fin y al cabo, ya tienen más de treinta años; pero a pesar de eso está dispuesto a hacer que, cito literalmente, tu ausencia se note lo menos posible. Me dice que siempre estuvo enamorado de mí, que me espiaba cuando iba al baño cada vez que visitábamos a tus padres y que me la va a clavar bien clavada en cuanto me descuide. Ya sabes, Emilio, que una es más bien mojigata, pero la verdad es que me siento un poco sola y que una ya no es una niña y que no estamos ya como para andarnos con remilgos ante los piropos de un galán.



Gabriel Rodriguez.

miércoles, 8 de febrero de 2012